Luego de 15 días de debates internos, y meses de silencio, el Consejo Directivo de la CGT unificada blanqueó finalmente sus críticas públicas contra el Gobierno con el que mantuvo una extensa mesa de negociación que finalmente suspendió hace un mes, cuando la administración del presidente Mauricio Macri ya cumplió sus primeros 13 meses en el poder. El documento, consensuado por las principales partes de la CGT, no aporta grandes novedades sobre los planes de lucha que había anunciado hace dos semanas, pero configura el primer pronunciamiento formal de la central obrera contra Macri, mientras el jefe de Estado esta de gira por España. El texto confirma la marcha resuelta para el próximo 7 de marzo “ante la sede del ministerio de Producción”, que encabeza el mendocino Francisco Cabrera. En términos resolutivos la CGT también se declaró en “estado de alerta y movilización a todos sus gremios confederados”. La advertencia es el mar de fondo de las declaraciones cegetistas, donde la jefatura unificada demolíó las promesas económicas del oficialismo.
“La realidad nos devuelve hoy una imagen bastante distorsionada de aquellos anhelos y después de más de un año de gobierno las únicas inversiones que han llegado a nuestro país son las financieras”, señala el pronunciamiento y recuerda que “la declamada confianza sólo produjo ganancias especulativas y la llegada de capitales en busca de una renta rápida y segura”.
Para la CGT, “los planes de infraestructura del estado, uno de los motores principales de la economía quedan sólo en anuncios e intenciones y el efecto negativo sobre el empleo se percibe en la calle y lo corroboran mes a mes los números oficiales. La caída del consumo y la pérdida del poder de compra del salario por efecto de una inflación alta y sostenida, agudizan la desigualdad social creciente”.
Respecto a la política industrial de Cambiemos, la jefatura confederal remarcó que directamente no existe. Esa “falta de una política industrial estratégica, clara y consensuada, impide regular de un modo inteligente el ingreso al país de mercaderías e insumos, distinguiendo entre aquellos que resultan útiles y necesarios para el desarrollo de nuestra industria nacional, de aquellos que expulsan mano de obra y profundizan la exclusión social».
El planteo apunta también a los planes de reforma laboral y advierte que «nuevamente, viejos agoreros del liberalismo, declaman en las tribunas que resulta necesario ajustar el mal llamado costo laboral para favorecer la competitividad y contener los salarios para detener la inflación. Los costos laborales no salariales son ni más ni menos, que los beneficios sociales adquiridos con años de lucha y sacrificio destinados a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias. Vacaciones pagas, licencias especiales, jornada de trabajo limitadas, licencias por enfermedad, fondos para capacitación, formación y salud, programas de la Seguridad Social, en definitiva salario diferido. El crecimiento del salario real resulta imprescindible e impostergable, es el motor de la economía, el sostén principal del mercado interno y el primer eslabón en la cadena del desarrollo social y económico.»
Como un anticipo de la confirmación del paro nacional, la CGT asegura que «para crecer económica y socialmente, es necesario reorientar la política económica privilegiando el desarrollo de un mercado interno fuerte y expansivo, el crecimiento real del poder de compra de los salarios, fomentar las inversiones productivas e impulsar un plan de infraestructura nacional que atienda a las economías regionales. Reclamamos correcciones en la orientación de la política económica, industrial y comercial del país. Priorizando el sostenimiento del empleo, el crecimiento del mercado interno y el desarrollo industrial».