El humorista y dibujante Juan Carlos Colombres, conocido como Landrú y autor de célebres personajes como «Tía Vicenta»,»El Señor Porcel» y «El Señor Cateura», falleció ayer a los 94 años, dejando como legado una cuantiosa obra que se caracteriza por su desenfado y habilidad para satirizar las costumbres y usos idiomáticos de la sociedad.

«Hoy no tenemos buenas noticias para contarles. A sus 94 años, Landrú falleció el 6 de julio en la ciudad de Buenos Aires», explicita un comunicado difundido por la Fundación Landrú, una iniciativa creada por los familiares del ilustrador que desde hace tres años se dedica a recopilar y poner en valor sus más de 60 años de trayectoria.

El creador de «Tía Vicenta» pasó sus últimos años en su casa de Recoleta, rodeado por su familia y siempre al tanto de los logros y proyectos de la fundación. En los últimos meses salía poco, pero recibía visitas de familiares y amigos, aunque seguí de cerca las noticias nacionales e internacionales, como siempre hizo a lo largo de su carrera.

Sus restos serán velados este mediodía en el Cementerio de la Recoleta. El seudónimo que lo acompañó durante toda su carrera surgió un consejo del humorista Jorge Palacio (Faruk) por su parecido físico con el célebre asesino francés, Henri Désiré Landru, un criminal que fue ejecutado el mismo día que él nació: el 19 de enero de 1923.

Empezó a usarlo como firma de su obra en 1947. El humorista había nacido ese día en la ciudad de Buenos Aires y en 1945 publicó su primer dibujo en la revista Don Fulgencio de Lino Palacio y un año más tarde empezó a colaborar como dibujante humorístico en distintas revistas. Su obra de humor político y social estuvo en las páginas de Rico Tipo, Vea y Lea, El Hogar, Loco Lindo, Medio Litro, Leoplán, Dinamita, Mundo Argentino, Popurrí y Patoruzú, entre otras. Además fue el primer libretista de Tato Bores, conformó un grupo musical llamado Jacinto W y los Tururú Serenaders junto a Santos Lipesker, trabajó en Clarín desde 1972 hasta 2007 y antes pasó por La Nación donde publicó durante 1971 «Los grandes reportajes de Landrú» en la revista de los domingos de ese diario. Estaba casado con Margarita Michel Frías desde 1946, con quien tuvo varios hijos.

Uno de ellos, Raúl, que es uno de los impulsores, junto con su nieto Gonzalo, de la fundación que lleva su nombre y comenzó a funcionar en 2014. Considerado uno de los grandes humoristas argentinos junto con el mendocino Quino, el cordobés Lorenzo Amengual, Guillermo Mordillo, Miguel Brascó, Copi, Lang, Oscar Conti (Oski), así como el dibujante uruguayo radicado en Buenos Aires Hermenegildo Sábat, Landrú creó en 1957 uno de los símbolos del humor argentino: la revista Tia Vicenta. Creada junto al ilustrador Oski, se publicó entre 1957 y 1966 y buscaba en sus páginas satirizar las costumbres y usos idiomáticos de la sociedad argentina. Hasta que en 1966, el presidente de facto, el militar Juan Carlos Onganía, molesto por una caricatura en la que lo retrataban, ordenó su clausura.

La publicación había llegado a vender más de 450.000 ejemplares semanales. Fue suplantada por las revistas María Belén y luego, por Tío Landrú, mientras que en 1977, reapareció como Tía Vicenta pero con menor repercusión. La publicación se caracterizó por su humor disparatado y absurdo. Por sus páginas pasaron la mayoría de los mejores dibujantes y humoristas del país como Farouk, Oski, César Bruto, Quino, Copi, Caloi, Siulnas, Sábat, Aldo Cammarota, Basurto y Garaycochea, entre tantísimos otros. «Mi idea era editar un publicación donde se hicieran chistes sobre un político o un hecho, y no en contra pero como el humor siempre es una crítica, la revista, si le daba un espíritu y una línea de humor homogénea, era difícil que fracasara», explicó sobre la revista en la web en la que están digitalizados varios de los números.

La fundación que lleva su nombre es una idea de su hijo Raúl y su nieto Gonzalo que comenzaron a pensarla en 2012 pero recién la reabrieron en 2014. El objetivo es que se pueda encontrar allí la extensa obra de Landrú, que abarca miles de dibujos publicados durante más de 60 años. En www.landru.org hay desde dibujos, editoriales y tapas de la revista Tía Vicenta hasta un museo virtual en el que hay una galería digital que reúne divertidísimas exposiciones online con los mejores dibujos en alta calidad del genial humorista gráfico.

En el museo virtual se puede ver por ejemplo un recorrido por la Argentina de los años ’60 a través de las publicidades hechas por Landrú para la gaseosa de la época Bidú Cola; como así también una galería con caricaturas de presidentes argentinos desde Roberto Levingston Landrú tuvo maestros para los que trabajó como los dibujantes y caricaturistas Lino Palacio y Divito, y era definido por sus pares como un innovador.

Para el escritor, periodista y guionista de historietas Juan Sasturain esa era una condición de Landrú porque lo consideraba también «un creador de líneas heterodoxas tanto en la factura del dibujo como en el carácter mismo del humor argentinos de su tiempo». Cuando Landrú cumplió 90 años, Sasturain dedicó su contratapa en el diario Página 12 a su figura. Al detenerse en las formas creadas por el humorista gráfico, resaltaba que su innovación consistía en innovar buscando inspiración y afinidades con cierta línea satírica italiana que irrumpió durante el fascismo y, además, mirando de frente o de reojo la ferocidad apenas asordinada en el dibujo y los textos de los autores de La Codorniz en la España franquista». «No había nada de eso en el humor argentino hasta Landrú. Y supo darle, a esas referencias primeras, carácter propio», aseveraba Sasturain. Entre los reconocimientos que recibió en 1982 fue distinguido con el premio Konex en la categoría de Humor gráfico, diez años más tarde fue designado integrante de la Academia nacional de Periodismo, y en 2003 fue nombrado ciudadano ilustre por la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. El humorista gráfico y dibujante también puede redescubrirse en sus libros: «Landrú por Landrú» (editorial El Ateneo), en el que se decidió a escribir su autobiografía para publicarla en 1993 y «Landrú, el que no se ríe es un maleducado» (editorial Alpha Text) de 10 capítulos y 462 páginas publicado en 2014 y que revisa y complica su obra a lo largo de 60 años.

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